Hay predicadores que predican para hacer sentir mal a sus oidores porque estos no viven según las expectativas del predicador.
Lo que tenemos que predicar, es que todos nos tenemos que sentir mal porque no vivimos a las expectativas de nuestro Señor y Salvador, pero por medio de su Espíritu, el nos va transformando.
Esa es la diferencia entre el predicador que predica de si mismo, y el predicador que predica a Cristo.